Costumbre generalizada, comer una pizza al paso y de parado, es una de las prácticas más comunes en la city porteña. Un poco de historia de una práctica que se contagia.
Si bien es difícil precisar de donde nace específicamente esta práctica típica de la ciudad de Buenos Aires, ya que las costumbres culturales de una sociedad no tienen un único origen, encontramos en la historia de Guerrín, un indicio de ella.
“En el año ´32, Guido Grondona y Francisco Malvezzi fundaron esta pizzería. Llegaron de Génova”- nos contaba Pablo el encargado del local mientras anotaba pedidos sin descanso- “y empezaron con un local chiquito acá adelante que con los años fue creciendo hasta lo que está ahora”.
“Esa práctica tiene que ver con nuestra historia, porque cuando se abrió Guerrín, era muy chiquito el local y la gente comía y se iba rápido”, dice el encargado, mientras decenas de turistas y locales charlan y beben generando un bullicio encantador, parados en las diferentes barras desparramadas por el local.
El cuartel de mozos siempre está atento a levantar platos y botellas, por lo que siempre está despejado, demostrando que la logística del lugar fue pensada para ello. Una barra dedicada exclusivamente a los pedidos por porción, hace que la espera sea casi nula, y los precios de las porciones, incentivan aún más el temita de “comer e irse”.
Hay que tener en cuenta que no todas las variedades de pizzas se pueden pedir por porción, y que la sobremesa si bien no está prohibida, no es aconsejable. Comida express por si estas apurado, te ahorras la propina y el servicio de mesa, manejas tus tiempos y te vas con la panza llena. Larga vida a la pizza de dorapa!