En la pizzería Santa Lucía, Daniel atiende las mesas con una profesionalidad y un humor que lo hicieron leyenda. Conocé la historia del personaje más conocido de Caseros.
Daniel hace 25 años que trabaja en la pizzería Santa Lucía. “Llegué en el año ‘92 con 22 años”, nos cuenta. Oriundo de Buenos Aires pero de padres puntanos (de Santa Rosa de Conlara), se inició en el fantástico mundo de las pizzerías con tan solo 13 años.
“Entré en Villa Bosch, en un pizzería muy vieja que se llamaba La Nápoles y trabajé ahí hasta los 18 años. Me fui al Servicio Militar, donde estuve en el Casino de Suboficiales trabajando también de mozo en Río Gallegos, provincia de Santa Cruz. En el año ‘88 volví y me fui a trabajar para Caballito, Rosario al 880, una pizzería café. Era uno de los mozos más jóvenes, 19 años tenía, eran todos grandes. De ahí me llevaron a otra pizzería en Acoyte y Rivadavia, Pizza Piazza. De ahí me fui a trabajar a la Babieca, Santa Fe y Riobamba, en esa época los mozos eran muy solicitados. Ellos me vieron trabajar y me llevaron, y de ahí volví un tiempo a Acoyte y Rivadavia”.
Dice Daniel que un día el dueño de Santa Lucía, una pizzería que estaba abierta desde el año 1975 en la zona de Caseros, lo fue a buscar cuando el mozo que tenían se jubiló. “Y acá estoy”, dice entre risas.
“Yo me considero un profesional trabajando, tanto yo como mis compañeros que hacen muchos años que están. Hacemos lo que nos gusta, nosotros nos preocupamos, nos exigimos día a día para mejorar. Yo a veces le digo a mi patrón ‘Yo trabajo para la gente’ y me gusta que la gente me diga que se va bien atendida, por la calidad, por el servicio, por todo. A mi me llena y eso vale más que la propina, porque a veces me lo gano al cliente y lo hago con mucho amor” relata Daniel, uno de los mozos más emblemáticos y conocidos de Buenos Aires por su perspicacia y simpatía.
¿Qué tiene que tener un buen mozo? “Y sobre todo tener mucha personalidad, saber tratar a la gente, ser educado, ofrecerle muchas cosas, darles confianza para que te crean lo que vos le recomendas. Y la presencia, que es fundamental. No cualquiera trabaja de mozo, hoy ya no son respetados como antes. Una vez mi patrón me dijo ‘Vos le das mucha personalidad al salón, cuando vos no estas Daniel, es otra cosa’ Y es que yo hago chistes y a la gente le gusta. Yo siempre digo que voy a morir con la bandeja, porque es mi vida y amo lo que hago y mi profesión”.
Pizzería a la antigua
“Nosotros no anotamos los pedidos, levanto toda la mesa de memoria. No anoto nada, trabajo a la antigua. Además, yo sigo trinchando, no pongo la palita para servir la pizza, trincho con el tenedor y el cuchillo y la gente se sorprende de eso, le gusta. Es parte del circo de una pizzería tradicional como Santa Lucía”. Además Daniel, atiende a una velocidad increíble y entre chiste y chiste la noche se vuelve encantadora.
La pequeña pizzería de Caseros, puede pasar desapercibida entre los grandes restaurantes que la rodean, sin embargo Santa Lucía sirve las mejores pizzas de la zona. Como el local es muy reducido, mucha gente pide la pizza para llevar pero los que saben de Daniel, no dudan en esperar la mesa.
La especialidad de la casa son las pizzas rellenas al corte y se aconseja ir con paciencia porque la espera suele ser un poco alta (siempre está lleno). “Lo más tradicional que tenemos es la fugazzeta que es un caño; la Napolitana ni hablar o la de la Casa, ahí no le mezquinan nada. La Fugazzeta y la Fugazzeta con roquefort la pide mucho la gente, por porciones, chica o grande”, confiesa este mozo a la antigua, con un guiño de ojo.