El Palacio de la Pizza, ubicado en pleno bullicio del microcentro porteño, es una pizzería que además de ofrecer ejemplares culinarios de muy alto nivel, conserva la impronta del Buenos Aires pasado, con sus olores y tonos sepias.
Un local que se quedó en el tiempo, con paredes amplias, las luces tonos opacos, sillas y mesas de madera que fueron pensadas para que duren muchos años y ese olorcito a pizza de bodegón que hace que El Palacio de la Pizza, sea un lugar especial dentro del catálogo de las mejores pizzerías de la ciudad.
Muy al estilo de la Avenida Corrientes, dos grandes salones, barra para comer de dorapa y el horno bien a la vista. Por los mediodías el lugar se rebalsa de gente, por la tarde-noche es más tranquilo y es menos ruidosa que las pizzerías vecinas. La atención suele ser muy rápida, ideal para una escapada de la oficina.
La pizza a la piedra o al molde, es muy abundante y alta, por lo que se recomienda no pedir de más. Dicen los entendidos que la fuerte es la muzzarella, pero la Napolitana tiene mención honorífica. Los cuchillos te llevan por default a que termines comiendo con la mano.
Considerada una de las pizzerías clásicas de la ciudad, conforma el corredor de Calle Corrientes junto a Guerrín, Banchero, La Rey o Kentucky.
Una curiosidad: la AAPP (Asociación Amigos del Palacio de la Pizza), es un grupo de amigos que auspicia todo tipo de “irresponsabilidades atléticas. Una especie de mafia del running”, fanáticos del Palacio, lo llevan como sponsor en su camiseta y se reúnen en el local todas las semanas.